Se están poniendo triste las tardes de verano; ya no se ve en los cielos siquiera un arrebol. Y está desierto el bosque y está marchito el llano... ¡qué triste va muriendo tras de la sierra el sol!
Es que tras de la bruma, que el horizonte cierra, el blanco apoya la frente en su bordón. ¿Mas, qué importa ese frío de cielo, mar y tierra, si fuego, amor y abrigo te da mi corazón?
II
Oye, el cierzo rasguña la vidriera: llegó el invierno al fin... pero el estío surge en mi amante corazón; afuera cae la lluvia, el cielo está sombrío. Mas, no importa, bien mío, porque en mi corazón hay una hoguera que te dará calor si sientes frío.
III
¡Mientras que tú me inundas en la onda fragante de tu aliento, oye, el ala del viento arrebata las hojas muribundas! Pero ese viento helado no llegará hasta ti, ni la llovizna tu cuerpo mojará, ni ese nublado, que el triste cielo de la tarde tizna, te quitarán la luz: corto es el trecho que nos separa. ¡Ven! La chimenea fría está... ni una brasa. ¡Ven! La cabeza pon sobre mi pecho: así... más cerca... que tus ojos vea mientras el soplo del invierno pasa... ¡Oh, que este invierno interminable sea!
2 comentarios:
El amor cuando es verdadero lo cura todo.
Un fuerte abrazo.
Asun.
El amor es un balsamo que nos revive .
Un abrazo amiga Asun.
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